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11/04/2025

¿A quién le sirve la teoría del Plan Andinia?

Desde Judíes x Palestina vemos con preocupación que entre sectores de activistas por la causa palestina resurja y se difunda la teoría del Plan Andinia, según la cual habría una conspiración judía secreta para apropiarse de la Patagonia Argentina, con décadas de desarrollo. 

Esa teoría surgió en el contexto de una ola de “odio a los judíos” posterior a la captura del jerarca nazi Adolf Eichmann en Argentina, en 1960. Fue, de hecho, concebida por los hijos de Eichmann y su partido neonazi, el Frente Nacional Socialista Argentino. En los ‘70 sería impulsada por autores anti-judíos en Argentina y Chile. Por su contenido judeo odiante y su núcleo “nacionalista”, encontró buena recepción entre las FF.AA. y la burocracia sindical. Durante la dictadura, se torturaba a detenides judíes demandándoles detalles del Plan Andinia. La teoría se mantuvo en círculos fascistas y en sectores de inteligencia de la Policía Federal, que se apoyaron en ella para justificar la infiltración en la comunidad judía. Este origen es insoslayable y por sí mismo debería llevar a quienes enarbolan esta teoría en la actualidad a cuestionarse el asunto.

Las especulaciones relativas al Plan Andinia son herederas de una larga tradición de versiones conspirativas que avivan sentimientos, pensamientos y comportamientos anti-judíos entre la derecha argentina, que jugaron un papel fundamental en el primer pogrom de Latinoamérica, durante la Semana Trágica de 1919. En gran parte de esa tradición, los judíos aparecen identificados con la izquierda como un sujeto conspirador -lo que muestra el objetivo reaccionario de estos relatos. Las nuevas versiones del “Plan Andinia” buscan asociar al judaísmo ya no con la “izquierda subversiva” sino con el sionismo y el colonialismo, apoyándose en el mismo núcleo nacionalista de defensa de la “soberanía” en la Patagonia. Como si la Patagonia no llevara siglos de asedio colonial e imperialista, como si no tuviera ya dueños.

El elemento más repetido que “prueba” la teoría serían los viajantes de Israel. Muchos de ellos son efectivamente criminales de guerra, cuya presencia hemos repudiado y exigimos que se los juzgue como tales. Pero esto no implica que su estadía en la Patagonia sea una evidencia fáctica de un Plan de colonización ni una presencia de tropas (no están uniformados, no llevan armas, etc). El propio hecho de que este turismo israelí sea público contradice la base de la teoría de un “plan secreto”. A su vez, solo el 2% del turismo israelí viene a Latinoamérica; la mayoría van a países europeos. ¿Debemos concluir que Israel quiere colonizar toda Europa? 

Un segundo elemento esgrimido como probatorio son los hostels destinados a israelíes, sobre los que se ha llegado a difundir que se podrían camuflar “bases militares”. Sabemos que lxs turistas israelíes que visitan ciudades en toda la Argentina -no sólo en la Patagonia-  y  en otros países de la región, utilizan este tipo de hospedaje que no tiene estatus “militar”. Y también sabemos que las bases militares no se disfrazan de este modo.

Estas y otras supuestas señales sobre el Plan Andinia son circunstanciales, y no se sostienen más que en relación con una convicción previa, un prejuicio. ¿Alguien puede pensar realmente que una de las principales potencias mundiales en el desarrollo de tecnología militar y softwares de espionaje (¡Pegasus, Lavender!) necesita de “espías” que hagan estudios topográficos a la vista de todos y transmitan por radio desde la Patagonia información que se podría obtener mediante satélites? ¿En el país del encubrimiento de los atentados de la Embajada de Israel y de la AMIA, de la colaboración permanente de la SIDE con el Mossad, con un poder judicial que acomodó por décadas todas las investigaciones a los intereses de Estados Unidos e Israel, sería necesario que haya “espías” extranjeros dibujando mapas disfrazados de turistas? Es un absurdo.

El prejuicio y el absurdo de la conspiración judía para colonizar la Patagonia no se subsana, ni se rectifica sustituyendo el nombre de “Plan Andinia” por otro que sostiene el mismo núcleo ideológico, ni reemplazando  la palabra “judío” por “sionista””, despojando a ambos términos de su verdadero significado y, mucho menos, con la mención  con tinte racista como “los de la estrella”, usada por algunos influencers.

No se nos escapa que el caldo de cultivo para el resurgimiento de esta teoría es la propia acción de Israel, que ejecuta un genocidio contra la población palestina y avanza colonialmente sobre este territorio “en nombre de los judíos”. JxP ha insistido incansablemente en diferenciar judaísmo (una colectividad) de sionismo (un proyecto político colonialista, racista y segregacionista). La teoría del Plan Andinia, por el contrario, replica esa identificación, al insistir en la existencia de un “enemigo judío” en las sombras.

Tampoco sirve de nada remarcar la identidad religiosa de los empresarios capitalistas aliados a Milei, ellos son sionistas por su orientación política, no por su religión o cultura. La mayor colectividad sionista del mundo no es la judía, sino la evangélica, con cifras que triplican o cuadruplican solo en Estados Unidos a toda la población judía mundial.
En la Patagonia hay un proceso de expoliación y saqueo desde hace siglos, que en la actualidad tiene sus punto más alto en el acaparamiento de las tierras por parte de corporaciones y familias empresarias: Benetton, Lewis, el grupo Heilongjiang Beidahuang, Ted Turner, Ward Lay y otros. También de familias locales, como los Braun-Menéndez, pioneras en la colonización fundante de la Patagonia que fue la masacre sobre los pueblos originarios. Es decir: la Patagonia ya está colonizada, ya tiene dueños. 

Alcanza escuchar a la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur estadounidense, para ver que la principal potencia mundial cuenta como propios todos los bienes naturales que en teoría están bajo soberanía argentina. Esa usurpación de los bienes naturales se realiza mediante empresas extractivistas extranjeras como Shell, Chevron, Exxon, Yamana Gold, Pan American Silver. Y se apuntala con la instalación de bases militares estadounidenses. 

Todo este extractivismo y terricidio se lleva adelante con la complicidad de los sucesivos gobiernos argentinos. ¿Alguien puede pensar que Estados Unidos cedería su “patio trasero” a Israel? Quien dé una respuesta afirmativa a esta pregunta debería demostrar que Israel controla a Estados Unidos y no al revés, a pesar de que fueron los EEUU los principales promotores del enclave sionista en Medio Oriente, y que a lo largo de toda su historia financiaron, armaron y protegieron a Israel para desarrollar sus objetivos en la región. Aquí tenemos otra teoría conspirativa anti-judía recargada, la famosa “conspiración judía mundial”, que plantea que la principal potencia imperialista del mundo es en realidad un títere del “poder judío” en las sombras.

Es cierto, Israel participa de esta confiscación extractivista de nuestro suelo mediante la empresa de aguas Mekorot, que se forjó gracias a décadas de atropellar el derecho al agua de las poblaciones nativas de Palestina, y ahora cuenta con un acuerdo para desembarcar en más de diez provincias argentinas. Pero esto no sucede solo en la Patagonia, sino en todo el país y también en el resto del mundo. Pensar que el modus operandi del gran capital requiere de la ocupación y colonización directa de las tierras y poblaciones que explota es directamente ignorar cómo funciona el capitalismo en su fase imperialista desde hace más de 100 años: Israel constituye una excepción, no la regla. Latinoamérica está bajo la órbita del imperialismo sin necesidad de ninguna ocupación militar. 

Aunque algunos crean que sirve a la causa palestina, lo cierto es que la reproducción de teorías como esta la desprestigian frente a enormes sectores del pueblo que están preocupados por el resurgimiento de ideologías fachistas y que son sensibles a la historia de persecución y discriminación de las y los judíos, con su punto más alto en el Holocausto. Una teoría sostenida en discursos de odio es incompatible con la lucha antisegregacionista y antifascista. 

La propagación de ideas anti-judías confluye de hecho con la propaganda del Estado israelí y sus aliados, que insiste en la falsa asociación entre antisionismo y antisemitismo / anti-judaismo, y que busca desvirtuar el creciente movimiento por Palestina como un ascenso del judeo-odio. Lejos de haber un “tsunami de antisemitismo” en el mundo, podemos ver en todos los países al movimiento pro-Palestina integrar en solidaridad y compañerismo a árabes, judíos, religiosos y ateos, sin ningún problema.

El relato israelí busca mostrar que el anti-judaísmo es un fenómeno mundial en continuo ascenso, que el peligro para los judíos del mundo está siempre a la vuelta de la esquina, y de esa manera legitimar de manera continua la necesidad de un Estado Judío como un refugio y un reaseguro de que jamás volverá a ocurrir un Holocausto anti-judío.

La realidad es lo suficientemente atroz, el colonialismo sionista en Palestina, Siria, Líbano, es lo suficientemente real y pujante como para tener que inventarnos demonios o fantasmas que nos distraigan. El sionismo desarrolla sus planes de establecer un “Gran Israel” ante los ojos del mundo entero, y aún así avanza, con el apoyo del imperialismo y de las burguesías de todos los países del mundo. Un proceso que ha dado un salto espantoso con el genocidio en curso desde hace un año y medio. Cuyo capítulo más reciente es un salto en los ataques de colonos y el Estado en Cisjordania. Y en Gaza, una nueva ola de bombardeos con cientos de muertos, en violación del cese al fuego, y la amenaza de una invasión terrestre.

Llamamos a todas las organizaciones comprometidas con la causa palestina a rechazar la circulación de esta teoría y a concentrar nuestras fuerzas en el combate contra el genocidio sionista y la colaboración de nuestro gobierno con el Estado asesino de Israel.