El lunes, tras una reunión con Netanyahu, Trump presentó un supuesto “plan de paz” de 20 puntos y dio a Hamas 3-4 días para responder. Se trata de un plan de conquista colonial a cara descubierta que va más allá del esquema de colaboración con la Autoridad Palestina en Cisjordania, y que en cambio estipula el establecimiento de una “Fuerza Internacional de Estabilización” con el criminal de guerra Tony Blair como una especie de gobernador. Además, exige que las víctimas del genocidio –no sus perpetradores– sean “desradicalizadas” y desmilitarizadas.
A cambio de los rehenes israelíes, se liberarían 250 hombres palestinos y 1.700 mujeres y niños, ignorando por completo el hecho de que su encarcelamiento mismo ya constituía un acto de violencia contrario al derecho internacional. Está claro que el objetivo general es el control occidental de la tierra y los recursos, con el máximo beneficio para Trump y sus socios.
Inmediatamente después de la presentación del plan, Netanyahu declaró a la prensa en hebreo que no tenía absolutamente ninguna intención de acatar sus términos. Dijo: “Ahora todo el mundo, incluido el mundo árabe y musulmán, está presionando a Hamas para aceptar las condiciones que fijamos junto al presidente Trump: liberar a todos nuestros rehenes, vivos y muertos, mientras las FDI permanecen en la mayor parte de la Franja. ¿Quién lo hubiera creído? Después de todo, la gente dice constantemente que las FDI deberían retirarse… De ninguna manera, eso no va a pasar.” Con esto quedó claro que el absurdo “plan de paz” es una farsa brutal en la que se espera que Hamas haga una “elección” imposible entre la muerte y la sumisión total a los poderes que actualmente están sometiendo a su pueblo a una campaña genocida de destrucción.
Parece obvio que este plan no está diseñado para ser aceptado. Más bien, está concebido para ser inaceptable para Hamas. El hecho, repetidamente demostrado, de que Israel no tiene interés en negociaciones genuinas quedó en evidencia una vez más con el reciente ataque israelí en Qatar. Al final de esta farsa, Trump y Netanyahu podrán afirmar que se hizo una oferta pero fue rechazada, y que por lo tanto ellos continúan. Trump declaró explícitamente que Israel podía hacer lo que quisiera si Hamas no aceptaba los términos.
Ninguno de nosotros puede dictar al pueblo de Gaza cómo responder. Muchos sobre el terreno dicen que aunque la oferta Trump-Israel es corrupta y colonial, sin participación alguna de los propios palestinos, Hamas y la Yihad Islámica deberían igualmente aceptarla porque cualquier cosa que detenga el asalto e introduzca alimentos y medicinas vale la pena. Lamentablemente, el abierto desprecio de Netanyahu por los términos pone en duda que aceptar el acuerdo pudiera siquiera tener ese resultado.
También resulta notable que, tras dos años de bombardeos incesantes, se siga exigiendo el desarme de los grupos de resistencia palestinos y que Israel, una potencia nuclear alimentada con armas estadounidenses y europeas, no haya logrado aún derrotarlos. Además, la mayoría de las armas de la resistencia están fabricadas con material bélico israelí sin detonar, reciclado, que no será retirado de Gaza por mucho tiempo. Con su bombardeo masivo sobre Gaza, Israel mismo ha hecho imposible el desarme.
Para nosotros, siempre ha estado claro algo: el futuro de Palestina debe ser decidido por los palestinos. No por multimillonarios estadounidenses y, mucho menos, por la potencia que la ha colonizado durante casi 80 años.
Originalmente publicado en el sitio de Global Jews for Palestine
On Monday, after a meeting with Netanyahu, Trump presented a so-called “peace plan” consisting of 20 points and gave Hamas 3-4 days to respond. This is an undisguised plan of colonial conquest that goes beyond the collaboration arrangement with the Palestinian Authority in the West Bank and instead stipulates the establishment of an “International Stabilization Force” with the war criminal Tony Blair as a kind of governor. It also requires the victims of the genocide – not its perpetrators – to be “deradicalized” and demilitarized.
In exchange for the Israeli hostages, 250 Palestinian men and 1,700 women and children are to be released, completely ignoring the fact that their very imprisonment was already an act of violence contrary to international law. Clearly the overall aim is Western control of land and resources, with maximum profit for Trump and his cronies.
Immediately after the presentation of the plan, Netanyahu told reporters in Hebrew that he had absolutely no intention of adhering to its terms. He said, “Now the entire world, including the Arab and Muslim world, is pressuring Hamas to accept the terms we set together with President Trump: to release all our hostages, both living and deceased, while the IDF remains in most of the Strip. Who would have believed this? After all, people constantly say, the IDF should withdraw… No way, that’s not happening.” This made it clear that the absurd “peace plan” is a brutal farce in which Hamas is expected to make an impossible “choice” between death and total submission to the powers that are currently subjecting its people to a genocidal campaign of destruction.
It seems obvious that this plan is not intended to be accepted. Rather, it is designed to be unacceptable to Hamas. The frequently demonstrated fact that the Israel has no interest in genuine negotiations was made clear most recently by the Israeli attack in Qatar. At the end of this farce, Trump and Netanyahu can claim that an offer was made but rejected, and that therefore they are continuing. Trump explicitly stated that Israel could do whatever it wanted if Hamas did not agree to the terms.
None of us can dictate to the people of Gaza how to respond. Many on the ground are saying that although the Trump-Israel offer is corrupt and colonial, with no say in the matter for Palestinians themselves, Hamas and Islamic Jihad should still take it because anything that stops the assault and brings in food and medicine is worth it. Unfortunately, Netanyahu’s open disregard for the terms calls into question whether accepting the deal would even have this outcome.
It is also notable that after two years of relentless bombing, the disarmament of Palestinian resistance groups is still being demanded and Israel, a nuclear power pumped full of US and European weapons, has not yet managed to defeat these groups. In addition, most of the resistance weapons are made of recycled unexploded Israeli ordnance, which will not be removed from Gaza for a long time. In carpet bombing Gaza, Israel itself has made disarmament impossible.
For us, one thing has always been clear: Palestine’s future must be decided by Palestinians. Not by American billionaires and certainly not by the power that has colonized it for almost 80 years.