Israel ha utilizado una enorme propaganda para deshumanizar a la población palestina y en particular a la gazatí, difundiendo una serie de argumentos sobre el trato de la comunidad arabe-palestina hacia las mujeres y personas LGBTI+, y planteando centralmente que serán ellos quienes llevaran la “civilización” a esta población. Estos argumentos contienen un alto grado de racismo, ya que utilizan un aspecto presuntamente discriminatorio de esta sociedad para justificar su exterminio, una especie de “si no respetan la igualdad de las mujeres o el colectivo LGTBI+, está bien que los bombardeemos y asesinemos”, presentándose a la vez como los defensores de los derechos de estas comunidades. Un sinsentido total: como “defendemos” esos derechos, no solo asesinamos a las personas que no lo hacen, si no también a quienes sufren por no tener esos mismos derechos.
Los hechos nos muestran como los bombardeos en Gaza afectan particularmente a las mujeres y diversidades. Según los últimos informes (10/01/2024) ya han sido asesinadas 23.357 personas, de las que se calcula que el 67% son mujeres y niñes. Mientras tanto, las condiciones de quienes sobreviven empeoran día a día a causa de los constantes ataques, el bloqueo que impide la entrada de ayuda humanitaria, la falta de agua, electricidad y suministros. Entre las problemáticas específicas de las mujeres se encuentra la falta de productos de higiene menstrual, que hace que se vean obligadas a utilizar pedazos de tela sucia como paños de contención, lo que genera infecciones y enfermedades que no podrán ser tratadas correctamente. Además, el hacinamiento en los campamentos de les desplazades no permite ninguna privacidad, y la falta de agua y jabón impiden la higiene diaria. A esto se le suma que debido a la situación de estrés aumentan los casos de desregulación hormonal, que traen problemas como la interrupción de la menstruación o el incremento de dolores menstruales y los casos de endometriosis. Hay testimonios sobre la utilización no recetada de Noretisterona, un fármaco que retrasa y reduce la menstruación, afectando también a la fertilidad.
En un informe de la ONU de noviembre de 2023 se estima que hay alrededor de 50 mil mujeres embarazadas en Gaza y cerca de 180 partos diarios. Los hospitales y centros de salud han sido en su mayoría destruidos y cerrados a causa de los ataques del ejército israelí, por lo que estos partos (que se calcula que un 15% son de riesgo), se realizan en condiciones inadecuadas en los campamentos de refugiados o incluso en la calle entre los escombros, sin la asistencia médica necesaria para acompañar a las madres y les recién nacides. Por otro lado han aumentado en un 300% los abortos espontaneos.
Las mujeres en Palestina reivindican su derecho humano a ser madres incluso en medio de esta catástrofe, traer palestines al mundo es también un acto de resistencia contra el intento de limpieza étnica que está llevando adelante Israel.
La situación de las niñeces es también catastrófica. Al número de muertes por los ataques directos, se registran muertes por infartos a causa del pánico que genera esta situación de bombardeos constantes, así como también desnutrición y muertes por inanición por la extrema falta de alimentos. Hay un alto número de niñes mutilados y huérfanos, familias enteras diezmadas. Ni hablar de la obvia desescolarización en medio de bombardeos constantes. Los ataques de Israel han obligado a trasladar fuera de Gaza a bebés recién nacidos que se encontraban en incubadoras. Y, como si faltara algún atropello, hace unos días se conoció el testimonio de un soldado israelí que admite haber robado una bebe de Gaza llevándola a Israel. Aún se desconoce su paradero y se sospecha que no se trata de un caso aislado.
El pinkwashing (fingir interés por las causas de la comunidad LGTBI+ con un fin comercial o político) es otra herramienta que utiliza Israel como propaganda, han circulado fotos de soldados con la bandera LGBTI+ en medio de los escombros de Gaza reivindicandose como la primera bandera del orgullo levantada en esa zona, o la noticia de la existencia de una soldada trans en el ejército. La comunidad LGBTI+ palestina sin embargo, tiene sus propias organizaciónes que se encuentran denunciando principlamente el genocidio que están sufriendo. Su lucha por poder vivir su sexualidad y género libremente dentro de su cultura y comunidad es incompatible con la colonización y destrucción que está llevando adelante Israel, y que también les golpea directamente, ya que están sometides a las mismas condiciones de vida que todes les gazatíes en este momento. Israel invisibiliza sus existencias e intenta sacar provecho de sus opresiones, mientras guardan silencio frente a los casos de persecución de la comunidad LGBTI+ en sus países aliados como Qatar y Arabia Saudita que suelen ser mucho más graves que en Palestina.
Israe, además, quiere mostrar como un empoderamiento de las mujeres su participación en el ejército, especialmente en puestos estratégicos. Para nosotres nada tiene de liberador ser mujeres verdugas de otras mujeres y de niñes. Cumplen un rol opresor y colonizador, garantizando un apartheid y llevando adelante una limpieza étnica y un genocido. Esto además se usa para ocultar la situación dentro propio del Estado de Israel: un Estado religioso en donde no existe siquiera el matrimonio civil, mucho menos el igualitario, en donde, a su vez, han aumentado los casos de femicidio y violencia hacia las personas LGBTI+.
Recientemente se lanzó una campaña mediática a partir de una “investigación” realizada por el diario estadounidense The New York Times, en la que se habla de múltiples violaciones ocurridas el 7/10 por parte de las fuerzas de la resistencia palestina hacia mujeres israelíes. Si bien sabemos que, lamentablemente, la violencia sexual es y ha sido utilizada históricamente como un arma en situaciónes de guerra, en esta supuesta investigación no se han presentado ningún tipo de testimonio de víctimas o pruebas que corroboren lo denunciado . Por supuesto que no podemos afirmar que no existió violencia sexual, pero para afirmar que sí la hubo, se deben presentar pruebas, y no conjeturas, como lo hace esta supuesta investigación. Además teniendo en cuenta la larga lista de mentiras que ha pronunciado Israel desde el 7 de octubre (en realidad desde 1948, pero no vienen al caso), y que la aplastante mayoria de los medio occidentales ha levantado y sigue levantando, cuando incluso se ha comprobado que eran mentiras (40 bebés decapitados por las resistencia palestina, bunkers de Hamas debajo de hospitales, por solo nombrar algunos), nos permitimos interpretar esto como una forma más de Israel de justificar el genocidio. Porque incluso si esas violaciones hubieran sucedido, ¿se justifica la limpieza étnica y el genocidio llevado adelante en Gaza? Nosotres creemos que no.
Por el contrario, sí son conocidas las denuncias con testimonios y pruebas de las violaciones realizadas desde hace años por parte de los soldados israelíes contra sus propias compañeras y contra las mujeres y niñeces palestinas. Así como también la vulneración de derechos básicos, como lo han denunciado en 2013 las mujeres migrantes etíopes quienes fueron temporalmente esterilizadas químicamente por parte del Estado de Israel: se les inyectó Depo-Provera al ingresar al país sin su consentimiento.
Y, para llenar el cartón, se suma el reciente escándalo que involucró la designación de Alan Dershowitz como abogado, por parte del Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu, como defensor de Israel ante la denuncia por genocidio realizada por Sudafrica ante la Corte Internacional de Justicia. Dershowitz fue el abogado de Jeffry Epstein, denunciado por manejar una red internacional de pedofilia. Además este abogado es conocido por haber impulsado una reducción legal en la edad de consentimiento y hasta aparecería en las listas de quienes participaban de los crímenes atroces de los que su defendido era acusado. A raíz de esto Israel cambió a Dershowitz por Malcolm Shaw.
Con toda esta propaganda Israel intenta, además de justificar el genocidio, silenciar las voces de los feminismos y transfeminismos del mundo, utilizando una forma de chantaje para que no se pronuncien a favor de la lucha por la liberación del pueblo palestino, a la vez que intenta ocultar sus propios crímenes. No podemos quedarnos callades frente a los crímenes que está cometiendo Israel, y no podemos permitir que lo realicen en nombre de una supuesta defensa de los derechos de las mujeres y personas LGBTI+, a quienes, a la vez, están masacrando en Gaza. No nos van a silenciar. No en nuestro nombre. Exigimos el alto el fuego inmediato. Por una Palestina libre.
Judies x Palestina
Comunicado elaborado por la comisión de géneros
Israel has used extensive propaganda to dehumanize the Palestinian population, particularly Gazans, spreading narratives about how the Arab-Palestinian community treats women and LGBTI+ individuals. Central to these arguments is the claim that Israel will bring «civilization» to this population. These arguments are deeply racist, as they exploit a supposedly discriminatory aspect of Palestinian society to justify its extermination—essentially saying, «If they don’t respect women’s or LGBTI+ rights, then it’s acceptable to bomb and kill them.» At the same time, Israel portrays itself as the defender of these communities’ rights. This is complete nonsense: in the name of “defending” these rights, they not only kill those who supposedly violate them but also those who suffer due to their absence.
The facts show that Israel’s bombings in Gaza disproportionately affect women and marginalized groups. According to the latest reports (01/10/2024), 23,357 people have been killed, an estimated 67% of whom are women and children. Meanwhile, the conditions for survivors worsen daily due to constant attacks, the blockade preventing humanitarian aid, and the lack of water, electricity, and essential supplies. Women face specific challenges, such as the lack of menstrual hygiene products, forcing them to use dirty cloth scraps, leading to infections and diseases that cannot be properly treated. Overcrowded displacement camps offer no privacy, and the lack of water and soap prevents daily hygiene. Additionally, stress-related hormonal imbalances have led to increased menstrual irregularities, painful periods, and endometriosis cases. Some reports indicate the unprescribed use of Norethisterone, a drug that delays menstruation but can also affect fertility.
A November 2023 UN report estimates that 50,000 pregnant women are currently in Gaza, with around 180 births per day. Due to Israeli attacks, most hospitals and healthcare centers have been destroyed or shut down. As a result, these births—15% of which are considered high-risk—take place under inadequate conditions in refugee camps or even in the streets among the rubble, without the necessary medical assistance for mothers and newborns. Miscarriages have increased by 300%.
Palestinian women affirm their human right to motherhood even amid catastrophe—bringing new Palestinian lives into the world is also an act of resistance against Israel’s ethnic cleansing.
The situation of children is equally catastrophic. In addition to those killed in direct attacks, others have died from heart attacks caused by the terror of constant bombings, as well as from malnutrition and starvation due to the extreme food shortage. Many children have been orphaned, mutilated, or had their entire families wiped out. Education is nonexistent amid relentless airstrikes. Newborns in incubators have been evacuated from Gaza, while an Israeli soldier recently admitted to kidnapping a baby from Gaza and taking her to Israel—her whereabouts remain unknown, and suspicions arise that this is not an isolated case.
Pinkwashing—the practice of exploiting LGBTI+ causes for political or commercial gain—is another propaganda tool used by Israel. Images have circulated of Israeli soldiers posing with the LGBTI+ flag amid Gaza’s ruins, claiming it as the first pride flag raised in the region. News outlets have also highlighted the presence of a transgender soldier in the Israeli army. However, the Palestinian LGBTI+ community has its own organizations, which are primarily denouncing the genocide they are experiencing. Their fight to live freely within their culture and society is incompatible with the colonial destruction being carried out by Israel, which affects them just as much as it does all Gazans. Israel erases their existence and exploits their oppression, while remaining silent on the persecution of LGBTI+ people in its allied countries like Qatar and Saudi Arabia, where conditions are often far worse than in Palestine.
Furthermore, Israel attempts to frame women’s participation in its military as empowerment, particularly in strategic positions. For us, there is nothing liberating about women being executioners of other women and children. These soldiers play an oppressive and colonial role, upholding apartheid and carrying out ethnic cleansing. This narrative also serves to conceal the reality within Israel itself, a religious state where civil marriage does not exist, let alone same-sex marriage, and where femicide and violence against LGBTI+ people are on the rise.
A recent media campaign was launched following an «investigation» by The New York Times, alleging that Palestinian resistance forces committed mass rapes of Israeli women on October 7. While sexual violence has unfortunately been used historically as a weapon in war, this so-called investigation has presented no victim testimonies or evidence to support its claims. We cannot categorically state that no sexual violence occurred, but to claim that it did, there must be proof—not mere speculation, as this «investigation» does.
Considering Israel’s long history of fabricated claims since October 7 (and even since 1948)—many of which were uncritically spread by Western media—such as the false reports of 40 beheaded babies or Hamas’ alleged underground bunkers under hospitals, we see this as yet another attempt to justify genocide. Because even if those rapes had happened, would that justify Israel’s ethnic cleansing and genocide in Gaza? We believe it would not.
Meanwhile, there is ample evidence of sexual violence by Israeli soldiers, not only against their own female comrades but also against Palestinian women and children. Additionally, Israel has been found guilty of violating fundamental human rights, such as the forced chemical sterilization of Ethiopian migrant women, who were injected with Depo-Provera without consent upon entering the country—as revealed in 2013.
Most recently, the Israeli government has been further exposed with the appointment of Alan Dershowitz as legal counsel to defend Israel against South Africa’s genocide case at the International Court of Justice. Dershowitz was the lawyer for Jeffrey Epstein, the convicted pedophile who ran a global child trafficking network. He has also been an advocate for lowering the legal age of consent and has allegedly appeared on lists of Epstein’s associates. Following public backlash, Israel replaced Dershowitz with Malcolm Shaw.
Through this propaganda campaign, Israel seeks not only to justify genocide but also to silence the voices of feminists and trans-feminists worldwide—using a form of coercion to prevent them from supporting the Palestinian liberation struggle while simultaneously attempting to hide Israel’s own crimes.
We refuse to stay silent in the face of Israel’s atrocities.
We reject the exploitation of women’s and LGBTI+ rights to justify genocide.
We demand an immediate ceasefire.
For a Free Palestine.
Jews for Palestine
Statement prepared by the Gender Committee