En la semana 86 del genocidio, 24 países han expresado su objeción a la violencia creciente de Israel. Exigen la restitución de una ayuda real, suficiente y vital, a la que los palestinos tienen derecho —no el parche mercenario que permitiría a Netanyahu ejecutar su «solución final».
Después de 62.000 muertes palestinas, según un comunicado de prensa de la ONU del 19 de mayo, Israel está imponiendo condiciones de vida a las y los palestinos que son cada vez más incompatibles con su existencia continuada en Gaza como grupo. Además, el patrón de ataques contra campamentos de desplazados internos (IDP), edificios residenciales y hospitales atestados indica que se está tomando poca, si alguna, precaución para proteger la vida de los civiles en Gaza. Informes sobre el uso de armas de efectos extensivos sugieren ataques deliberados e indiscriminados. Mientras tanto, la situación humanitaria es indescriptible.
No nos engañemos: los gobiernos siempre han tenido el poder de detener esta masacre. Pero los Estados pronuncian bellas palabras mientras arman y normalizan los crímenes de Israel. Cada día que demoran, Israel asesina a otros 35 niños.
Los ministros de Relaciones Exteriores de Islandia, Irlanda, Luxemburgo, Noruega, Eslovenia y España han expresado una grave preocupación —pero no tan grave como para suspender la participación de Israel en los programas de “seguridad” del Acuerdo de Cooperación UE-Israel. Y, por supuesto, ni hablar de expulsar a Israel del concurso de Eurovisión.
Una declaración conjunta del Reino Unido, Francia y Canadá el 19 de mayo prometió: “No nos quedaremos de brazos cruzados mientras el gobierno de Netanyahu lleva a cabo estas acciones atroces”. Han permanecido de brazos cruzados otra semana más desde entonces. En ese tiempo, otros 629 palestinos de Gaza, incluidos nueve periodistas, han sido asesinados. Los gazatíes están recibiendo, en promedio, solo el 67% de las calorías necesarias para sobrevivir, mientras Reino Unido, Francia y Canadá siguen mirando hacia otro lado. Incluso en Sudáfrica, Glencore sigue enviando carbón a Israel.
Durante 19 meses, estos Estados no han tomado ninguna medida real para alterar sus relaciones con Israel, ni para interrumpir el comercio ni los tratos normales. No han asumido sus responsabilidades conforme a los tribunales internacionales, ni han ejercido la más mínima presión efectiva en defensa de dos millones de civiles atrapados.
Estas medidas no son meros gestos simbólicos. Israel puede vivir sin nuestra aprobación como individuos. Pero Israel no puede mantener su modo de vida actual sin la indulgencia, interacción y normalización diplomática de Europa, Norteamérica y otros. La colonización y el genocidio de Israel se sustentan en la impunidad, en la que los gobiernos occidentales colaboran.
Históricamente, la retirada del aval diplomático ha sido el freno que detuvo las ofensivas de Israel contra Gaza.
En 2015, la Oficina del Contralor del Estado de Israel publicó su evaluación del bombardeo a Gaza en 2014. La prensa israelí calificó el informe de “demoledor”, “abrasador… implacable”. Entre sus críticas: Israel bombardeó Gaza durante cincuenta días sin objetivos coherentes que delimitaran o enfocaran el uso de la violencia. El gabinete de seguridad israelí y las FDI pausaban periódicamente para evaluar el impacto de la guerra sobre la posición internacional de Israel. Al ver que los Estados no exigían que Israel se detuviera, el gabinete de seguridad redactaba nuevos objetivos oportunistas y continuaba bombardeando. Hicieron eso cuatro veces, hasta que los detuvieron.
Es erróneo pensar que solo Trump importa para Israel. Israel está profundamente integrado en el comercio, el turismo y la cultura internacionales, especialmente con Europa y Estados Unidos. Hay muchas razones para creer que Israel sigue siendo vulnerable a una presión internacional amplia.
Hoy, el 81% de Gaza está designado unilateralmente como zona militar de las FDI y/o bajo órdenes de desplazamiento. El pueblo gazatí está siendo canalizado hacia zonas de exterminio.
El peligro para las y los palestinos de Gaza es desesperado y las palabras no los protegen. Están muriendo de hambre y las palabras no llenan sus estómagos. ¡Basta de palabras! Exigimos acción: sanciones, castigos, consecuencias.
Gaza no puede esperar.
Red Global Jews for Palestine
In the 86th week of genocide, 24 countries have objected to Israel’s escalating violence. They call for the restoration of real, sufficient, life-saving aid to which Palestinians have a right – not the mercenary coverlet which would enable Netanyahu’s final solution.
After 62,000 Palestinian deaths, according to a UN press release on 19 May, Israel
is inflicting conditions of life on Palestinians increasingly incompatible with their continued existence in Gaza as a group. Furthermore, the pattern of strikes on Internally Displaced People’s (IDP) tents and residential buildings, as well as on crowded hospitals, indicates that little, if any, care is being taken to protect the lives of civilians in Gaza, while reports of the use of weapons with wide area effects suggest deliberate, indiscriminate attacks. Meanwhile, the humanitarian situation is beyond description.
Make no mistake: Our governments have always held the power to end this onslaught. But our states are speaking fine words while they arm and normalise Israel’s crimes. Every day that they delay, Israel kills another 35 children.
Foreign ministers of Iceland, Ireland, Luxembourg, Norway, Slovenia, and Spain have expressed grave concern, but not so grave as to discontinue Israel’s participation in ‘security’ programmes under the EU-Israel Cooperation Agreement. And, heaven forbid, not so grave as to eject Israel from the Eurovision song contest.
A joint statement by UK, France, and Canada on 19 May vowed, “We will not stand by while the Netanyahu Government pursues these egregious actions.” They have stood by for another week since then. Another 629 Gazan Palestinians including nine journalists have been killed. Gazans are obtaining, on average, 67% of the calories they need to survive while the UK, France and Canada continue to stand by. Even in South Africa, Glencore continues to send coal to Israel.
For 19 months these states have done nothing to alter their relationships with Israel, or to impact the normal flows of trade and treatment. They have not enacted their responsibilities as outlined by world courts, nor have they brought the slightest real pressure to bear in defence of two million trapped civilians.
Such steps are not mere tokens. Israel can live without our approval as individuals. However, Israel cannot live in the style to which it is accustomed without European, North American, and other diplomatic indulgence, interactions, and normalcy. Israel’s colonisation and genocide is predicated on impunity, in which Western governments collude.
Historically, the withdrawal of diplomatic permission has been the brake that ended Israel’s assaults on the Gaza Strip.
In 2015, Israel’s Office of the State Comptroller published its assessment of Israel’s 2014 bombardment of Gaza. Israeli newspapers called the report “scathing” “scalding… blistering”. Among its criticisms: Israel bombed Gaza for fifty days without consistent objectives to focus and limit its use of violence. Israel’s security cabinet and IDF periodically paused to assess the war’s impacts on Israel’s international standing. Finding that states did not require Israel to stop, the security cabinet opportunistically wrote new objectives and carried on bombing. They did that four times – until they were stopped.
It is wrong to think that only Trump matters to Israel. Israel is deeply integrated into international – particularly European and American – trade, tourism, and culture. There is every reason to believe that Israel remains susceptible to broad international pressure.
Right now, 81% of Gaza is unilaterally designated as an IDF military zone and / or is under displacement orders. The people of Gaza are being funnelled into killing zones.
The danger to Gazan Palestinians is desperate and words do not protect them. They are starving and words do not fill their stomachs. Enough words! We must see action – sanctions, penalties, consequences.
Gaza cannot wait.
GLOBAL JEWS FOR PALESTINE