Un plan sistemático de bombardeos, invasión, saqueos, desplazamiento forzado y hambruna provocada.
A 6 meses de iniciada la ofensiva israelí sobre la Franja de Gaza, corroboramos con horror que lo que dijimos el 17/10/23 era cierto: “el gobierno de Netanyahu profundizó de forma brutal lo que constituye una verdadera política de Estado del sionismo: el exterminio de la población civil palestina”. El sionismo se excusó en el ataque del 7 de Octubre por parte de la resistencia palestina para montar un operativo que ya cometió todos los crímenes de guerra imaginables: castigo colectivo a la población civil, destrucción de viviendas, hospitales, mezquitas e iglesias, escuelas y universidades, bloqueo de ayuda humanitaria, ocupación ilegal de territorios, torturas, abuso y vejámenes sobre personas detenidas en forma irregular en Cisjordania, uso de armas prohibidas por convenciones internacionales, censura y ataques a la prensa internacional y a organizaciones solidarias, y mucho más.
Ya son más de 35.000 muertos, en casi absoluta mayoría civiles. Miles desaparecidos bajo los escombros. Más de 20.000 niñas y niños han quedado huérfanos. Decenas de miles de heridos, mutilados, traumatizados. Más de un millón y medio de civiles al borde de la muerte por hambruna, se ven obligados a competir con desesperación por la escasísima ayuda humanitaria que arrojan de manera hipócrita desde el cielo los Estados Unidos y otras potencias que apoyan y financian al ejército criminal ocupante. Esto ha llevado a la perversidad absurda de comenzar una nueva cuenta de muertos: aplastados por la ayuda humanitaria o ahogados tratando de rescatar la que cae al mar. Además más del 75% de la infraestructura ha sido dañada de forma permanente, mientras florecen planes de anexar Gaza por parte de Israel y desarrollar emprendimientos inmobiliarios luego de este verdadero intento de Solución Final.
Desde Judíes x Palestina denunciamos que Israel nunca tuvo como prioridad la recuperación con vida de las y los rehenes del 7 de octubre: los bombardeos, los ataques “por error” a sus propios ciudadanos, la represión a las familias y amistades que reclaman un cese al fuego y una salida diplomática, demuestran que el sionismo aplica la doctrina Aníbal y solo utiliza la libertad de los rehenes para bloquear cualquier acuerdo de cese al fuego duradero. Basta ver las noticias del caso de Efrat Katz, donde las mismas IDF reconocen , casi medio año después, que numerosas víctimas del kibbutz Nir Oz murieron por la acción israelí, y no por la de Hamas. Mientras tanto, mantiene más de 10 mil presas y presos políticos palestinos, mediante “detenciones administrativas” apoyadas en un régimen legal de apartheid sobre toda Cisjordania.
Nosotres, judíos, judías y judíes, defensores de la tradición humanista y revolucionaria del pueblo judío, antisionistas, opositores a cualquier forma de violencia y opresión de Israel sobre el pueblo palestino, solidarios con el deseo de libertad del pueblo palestino y de su derecho a habitar sus territorios, apoyamos el reclamo que se propaga en Jerusalem, en Tel Aviv y en las grandes ciudades israelíes: alto al fuego total, intercambio de “todos por todos” y renuncia inmediata de Netanyahu.
Quienes participamos en esta agrupación vivimos en Argentina y abrevamos en la experiencia social e intergeneracional del terrorismo de Estado padecido en nuestro país entre 1975 y 1983, la lucha colectiva en defensa de los derechos humanos orientada por la consigna del Nunca Más, la lucha por la memoria, la verdad y la justicia y la oposición a toda forma de reconciliación con los genocidas. El presidente Milei y su gobierno apoyan de manera incondicional la destrucción masiva y la matanza de civiles en Gaza, con el propósito declarado de desintegrar cualquier forma de resistencia palestina al apartheid y a la ocupación ilegal e ilegítima. De esta manera suma al Estado argentino al conjunto de Estados occidentales que acompañan de manera más o menos explícita el envío al gobierno y a las fuerzas armadas de Israel de armamento, bombas y tecnología de guerra por parte de EEUU. La ONU se somete al poder de veto de Estados Unidos en su Consejo de Seguridad, se limita a hacer declaraciones «humanitarias» y emitir resoluciones que Israel ya ha comprobado que puede incumplir sin ninguna consecuencia ni sanción.
El gran argumento es erradicar a Hamás, a quien acusan de terrorista. El ritmo de las matanzas de habitantes de Gaza, según todos los observadores y analistas, no tiene precedentes en su sistematicidad, y estaría guiado por softwares de inteligencia artificial. El daño a la población civil es intencional y calculado, con explícito desprecio por la vida de palestinas y palestinos. La deshumanización es total, y en ambos sentidos: la población palestina queda reducida a terroristas, cómplices y escudos, y los soldados israelíes “absueltos” por las decisiones de una máquina que identifica los objetivos de la masacre.
Estamos ante un castigo colectivo al pueblo palestino justificado por las “atrocidades perpetradas por Hamás”. Esta justificación resulta consistente con las estrategias de aterrorizar y castigar a toda la población, principio central y básico del terrorismo de Estado. Hoy, sin lugar a dudas, afirmamos que Israel es un estado terrorista y esta es la política que explica este genocidio.
La historia de violencia, desplazamiento y opresión contra el pueblo palestino tiene sus orígenes en el periodo previo a la fundación de Israel como Estado Nacional, alrededor de 1947. Y en la propia naturaleza del sionismo como ideología. El pueblo palestino resiste y lucha por conservar sus territorios y por su liberación desde aquel entonces. Este genocidio en Gaza comenzó con la ocupación, las políticas de desplazamiento practicadas por los colonos israelíes y el bloqueo -que lleva 18 años- cuyo propósito es desplazar definitivamente a la población palestina de territorios que les pertenecen. Hoy, sin lugar a dudas, afirmamos que Israel lleva adelante una política de apartheid y limpieza étnica y es un Estado colonizador.
El sionismo como ideología y movimiento político nacionalista sostuvo en la práctica este proceso de conquista, ocupación y colonización de territorios palestinos. Por eso Israel no libró una guerra de independencia para fundarse como estado, sino que produjo la NAKBA, una catástrofe en la vida de los palestinos. Un violento y despiadado desplazamiento de sus territorios, que lejos de estar despoblados y desiertos, estaban habitados y con una vida social extensamente desarrollada.
Desde Argentina y en coordinación con organizaciones judías antisionistas de Estados Unidos, México, Brasil, Chile, Sudáfrica, Inglaterra, Alemania y muchos países más, seguiremos alzando la voz contra un Estado criminal que pretende apoyarse en el sufrimiento histórico del pueblo judío y en el Holocausto para legitimar sus atrocidades, banalizando así las peores expresiones de antisemitismo de la historia y manchando su justa memoria. No hay mayor generador de antisemitismo que oprimir y asesinar a un pueblo con misiles y tanques identificados con la estrella de David. ¡No en nuestro nombre!
Cuando decimos Nunca más, es nunca más para todxs.
No al genocidio en Gaza
Basta de apartheid contra el pueblo palestino
Por una Palestina única y laica
7/4/24
A systematic plan of bombing, invasion, looting, forced displacement, and deliberate famine
Six months since the beginning of the Israeli assault on the Gaza Strip, we confirm in horror what we said on 17/10/23: “Netanyahu’s government brutally intensified that which constitutes a genuine Zionist state policy: the extermination of the Palestinian civilian population.” Zionism used the October 7th attack by the Palestinian resistance as an excuse to launch an operation that has now committed every war crime imaginable: collective punishment of civilian populations; destroying housing, hospitals, mosques and churches, schools and universities; blocking humanitarian aid; torture, abuse, and disparagement of illegally detained people in the West Bank; the use of weapons banned by international conventions; censorship of and attacks on the international press and solidarity organizations, among many others.
More than 35,000 people, the great majority of them civilians, are now dead. Thousands are missing under the rubble. More than 20,000 children have been orphaned. More than one and a half million civilians on the brink of death by starvation are forced to desperately compete for the paltry humanitarian aid dropped from the sky by the United States and other powers that support and finance the criminal army of occupation. Perversely, absurdly, this has compelled the creation of a new death count: those crushed by humanitarian aid or drowned trying to recover aid fallen into the sea. More than 75% of Gaza’s infrastructure has been permanently damaged; meanwhile, plans abound for the Israeli annexation of Gaza and the development of real estate ventures following this genuine attempt at a Final Solution.
Judíes x Palestina denounces that Israel’s priority was never to recover the October 7th hostages alive: its bombings, “accidental” attacks on its own citizens, and repression of the families and friends demanding a ceasefire and a diplomatic solution show that Zionism applies the Hannibal Directive and only uses the hostages’ freedom to block any lasting ceasefire agreement. We have only to look at the case of Efrat Katz, where the IDF recognizes, almost half a year later, that many victims at kibbutz Nir Oz died through Israeli actions and not those of Hamas. Meanwhile, Israel holds more than 10,500 Palestinian political prisoners through “administrative detentions” based on a legal regime of apartheid applied to all of the West Bank.
As Jews, as defenders of the Jewish people’s humanist and revolutionary tradition, as opponents of all types of Israeli oppression against the Palestinian people, as people in solidarity with the Palestinian people’s desire for freedom and right to inhabit their territories, we support the demand spreading across Jerusalem, Tel Aviv, and the major Israeli cities: total ceasefire, “all for all” prisoner exchange, and Netanyahu’s immediate resignation.
The members of our group live in Argentina and draw from the social and intergenerational experience of state terrorism our country endured between 1975 and 1983, the collective struggle in defense of human rights guided by the slogan of “Nunca Más” (Never Again), the struggle for memory, truth, and justice, and opposition to any form of reconciliation with perpetrators of genocide. President Javier Milei and his government unconditionally support the massive destruction of and killing of civilians in Gaza with the manifest purpose of destroying any form of Palestinian resistance to apartheid and the illegal, illegitimate occupation. In this way, the Argentinian state joins the group of Western states that more or less explicitly accompany the United States’ shipping of arms, bombs, and military technology to the Israeli government and armed forces. The UN bows to the US’s veto power in its Security Council, limits itself to making “humanitarian” declarations, and adopts resolutions that Israel has proven it can ignore without consequences or sanctions.
Israel’s central argument is that it is eradicating Hamas, which it accuses of being a terrorist organization. The pace of its killing of Gazans, according to all observers and analysts, is unprecedented in its systematicness and is guided by artificial intelligence software. Harm to the civilian population is intentional and calculated, with explicit disdain for Palestinian lives. The dehumanization is total, in both senses: the Palestinian population is reduced to terrorists, accomplices, and human shields, and Israeli soldiers are “absolved” by the decisions of a machine that identifies targets for massacre.
We are witnessing collective punishment of the Palestinian people justified by “Hamas atrocities.” This justification is consistent with the strategies of terrorizing and punishing an entire population— the central and foundational principle of state terrorism. Today, without question, we affirm that Israel is a terrorist state— the policy that explains this genocide.
The history of violence, displacement, and oppression against the Palestinian people has its origins in the period prior to Israel’s establishment as a nation-state circa 1947. And in the nature of Zionism as an ideology itself. The Palestinian people have resisted and fought to conserve their land and for their liberation ever since. This genocide in Gaza began with the occupation, policies of displacement practiced by Israeli settlers, and the 18-year-old blockade, whose purpose is to finally remove the Palestinian population from the lands that belong to it. Today, without question, we affirm that Israel is a colonial state carrying out a policy of apartheid and ethnic cleansing.
As a nationalist ideology and political movement, Zionism sustained in practice this process of conquest, occupation, and colonization of Palestinian land. In this way, far from fighting a liberation war to establish itself as a state, Israel produced the Nakba, a catastrophe for Palestinian life— a violent and merciless displacement from their land, which, far from being deserted and unpopulated, was inhabited, with an extensively developed social life.
From Argentina, and in coordination with Jewish anti-Zionist organizations in the United States, Mexico, Chile, South Africa, England, Germany, and many more countries, we will continue speaking out against a criminal state that seeks to use the historical suffering of the Jewish people and the Holocaust to legitimize its atrocities, banalizing the worst expressions of antisemitism in history and staining their righteous memory. There is no greater driver of antisemitism than oppressing and murdering a people with missiles and tanks marked with the star of David. Not in our name!
“Never again” means never again for anyone.
No to the genocide in Gaza
No to apartheid against the Palestinian people
For a single, secular Palestine
7/4/24